Era el pulpo más famoso de la historia. Paul se convirtió en la estrella mediática del último Mundial de fútbol: los informativos televisivos se interrumpían para transmitir en directo sus 'predicciones' sobre el próximo partido -en realidad, estaban mostrándonos a un invertebrado tomándose un aperitivo de mejillones, pero mantengamos la ilusión- e incluso mandatarios como José Luis Rodríguez Zapatero o el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad se refirieron a él en aquel momento álgido de su fama. Despues del Mundial fue tentado para pronosticar a varios equipos, pero lo jubilaron.
En 2011 aparecerá otro molusco para pronosticar la Copa America, en lo previo el poderoso Brasil que jugará en Salta desea enfrentar al Famoso Juventud Antoniana.
Tras el campeonato, Paul se retiró del futurismo y asumió responsabilidades propias de un profesor emérito, como la de 'embajador' del Reino Unido de cara al Mundial de 2018, pero no le han durado mucho los sosegados placeres de la jubilación: ayer falleció por causas naturales en su pecera del Sea Life de Oberhausen, en Alemania. «Tuvo una buena vida con nosotros», ha declarado el director general del acuario, Stefan Porwoll.
El acuario Sea Life de Oberhausen tiene preparado a un nuevo Paul, más joven, que quizá demuestre las mismas dotes adivinatorias o el mismo apetito por los mejillones que su antecesor, pero despedirá a la estrella como se merece: sus restos se incinerarán y las cenizas quedarán guardadas dentro de un monumento en su memoria. Supone todo un avance en el mundo de los pulpos, más acostumbrados a un funeral de pimentón, sal y aceite.
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